La diputada por la Ciudad, Liliana Parada, tomó la palabra en el día de hoy para hacer mención al cumplirse 88 años de la Histórica Reforma Universitaria de 1918 .
Hoy se cumplen 88 años de una reforma. Una reforma que tuvo sus comienzos en la Ciudad de Córdoba, pero que arrasó con toda una estructura a lo largo de todo el continente.
El movimiento de la Reforma Universitaria de 1918 mostró al mundo una nueva concepción de la educación, una forma diferente de difundir la cultura y una manera distinta de construir conocimiento. Tuvo una importancia trascendental para terminar con los resabios de la vieja sociedad oligárquica, y transformó la universidad del oscurantismo y el elitismo en una universidad democrática, pluralista y abierta a la sociedad.
Este aniversario de la Reforma cobra particular relevancia, porque las luchas de la comunidad universitaria, en particular del movimiento estudiantil, pusieron sobre la mesa el carácter antidemocrático del gobierno de los claustros.
Por encima de las limitaciones que mostrara a poco de su gestación, más allá de que muchos ataques contra los estudiantes, la Universidad y la Patria se hayan hecho –y se hagan– en nombre de la Reforma Universitaria, el profundo significado de estos acontecimientos reside en que acometió contra pilares básicos de una institución anquilosada y represiva, y con ello, contra las expresiones universitarias del atraso y la dependencia del país.
La democratización, además, no parte solo de la búsqueda de una mayor representación de los claustros hoy en minoría o incluso sin representación, sino también, la democratización en término de los recursos, la necesidad de mayores docentes pagos, mejores condiciones edilicias, en fin la democratización de un espacio para el saber y el conocimiento.
Democratizar habla de una revolución. Una revolución cultural, que, trata de abarcar al conjunto de la comunidad, no sólo en su representación, sino en la formas en las que comunicar el conocimiento. Como decían los reformistas del ´18, “la autoridad en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: ENSEÑANDO. Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda esperanza es hostil y de consiguiente infecunda. Toda Educación es una larga obra de amor a los que aprenden.
Hoy, a 88 años de una reforma que conmocionó al continente, hace falta más reforma, más universidad, por eso debemos desprendernos de las vergüenzas que nos quedan, porque “los dolores que nos quedan, son las libertades que nos faltan”.
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