Lo de Favaloro no fue un suicidio. Fue un asesinato de la dirigencia argentina, plagada de inútiles y soberbios, de corrupción y mediocridad y de estupidez maliciosa. René Favaloro quería un país modelo y lo mató un modelo de país enquistado en sus raíces. Con él me pasaba lo mismo que con Borges, no compartía algunas cuestiones al calor de la contemporaneidad, pero eso no fue ningún impedimento a la hora de admirar sus obras. Me marcó leer “De La Pampa a Estados Unidos”, admiré la humildad de ese médico y su probado amor a la patria. No obstante tener el mundo a sus pies, y precisamente por eso, sintió que tenía que volver para “devolverle“ al país lo que el país le había dado: la educación universitaria libre y gratuita, la que además creía, tenía el deber de dotar a los futuros profesionales de un profundo sentido social, sin el cual, no hay título que valga la pena. Nos habló de la gran crisis de época, del neoliberalismo, del consumismo idiota, había que hacer algo, y é...
Señor presidente: hemos escuchado hablar de oportunismo, oportunidad política, reflejo y sensibilidad. A esta altura del debate –no lo digo por la hora- estamos aquí cumpliendo el deber indelegable que tenemos como legisladores. Esto es lo que nos ha convocado hoy a este recinto. Estamos a punto de votar una norma que ha sido sancionada por el Senado de la Nación, más allá de cualquier chicana que se pueda plantear. Entonces, ¿por qué no avanzamos en lo poco que podemos? Digo esto, porque creo que no estamos aprovechando el llamado a sesiones extraordinarias. Todo el mundo sabe por qué la presidenta llamó a sesiones extraordinarias; algunos lo han marcado para defenderlo y otros para atacarlo, pero creo que no lo estamos aprovechando. Tenemos hasta el 31 de diciembre para considerar otras normas que son también sumamente importantes y que se vinculan con el tema en discusión, aunque no tengan la misma especificidad. Me refiero, por ejemplo, a la deuda social...