Lo de Favaloro no fue un suicidio. Fue un asesinato de la dirigencia argentina, plagada de inútiles y soberbios, de corrupción y mediocridad y de estupidez maliciosa.
René Favaloro quería un país modelo y lo mató un modelo de país enquistado en sus raíces. Con él me pasaba lo mismo que con Borges, no compartía algunas cuestiones al calor de la contemporaneidad, pero eso no fue ningún impedimento a la hora de admirar sus obras.
Me marcó leer “De La Pampa a Estados Unidos”, admiré la humildad de ese médico y su probado amor a la patria. No obstante tener el mundo a sus pies, y precisamente por eso, sintió que tenía que volver para “devolverle“ al país lo que el país le había dado: la educación universitaria libre y gratuita, la que además creía, tenía el deber de dotar a los futuros profesionales de un profundo sentido social, sin el cual, no hay título que valga la pena.
Nos habló de la gran crisis de época, del neoliberalismo, del consumismo idiota, había que hacer algo, y él vino a hacerlo justo aquí! en este país donde los únicos honestos reconocidos por el pueblo son los honestos muertos. Mientras viven nos mofamos “porque no sirven”, lo hacemos hasta con Messi! Los echamos “por inútiles” como a Alfonsín, o nos quedamos mirando como una manga de malnacidos los sacan a empellones de su legítimo lugar, como a Illia.
Muchas veces me pasa que vuelvo a mirar los videos o leer las crónicas de estas tragedias, y sigo sin entender como podemos ser tan crueles, tan imbéciles y también tan estúpidamente crueles.
No cabe duda que tenemos buenas y buenos jugadores, la cuestión es que no funcionamos como equipo. Fuimos y somos capaces de perder teniendo a Messi, a Favaloro y al mismísimo Papa.
La otredad “a la argentina” es como todo lo nuestro, una contradicción en sí misma.
Somos capaces de tantas cosas aberrantes como de otras maravillosas, pero lo peor está en que de este devenir no aprendimos nada, estamos como cuando vinimos de España. Aún ni siquiera reconocemos realmente a nuestros pueblos originarios.
Conocer nuestra historia es más difícil que viajar a otra galaxia. Ocultas están las miles de heroínas que lucharon por nuestra independencia, dejamos morir solo y en la miseria al mismísimo Manuel Belgrano y seguimos discutiendo que fueron 30000 para tapar el horror del genocidio que supimos conseguir.
En un día como hoy, hace 20 años ya, el cardiocirujano más grande que parió esta república perdida, se disparaba en el corazón para terminar de hacer lo que entre todos hicimos, destrozar otras vidas o dejar que otros y otras las destrocen y no hacer nada para evitarlo y hasta culpar a las víctimas.
Escribo esto y una sonrisa irónica se dibuja en mi cara, hoy por hoy no hay chance de pensar que nuestra realidad pueda cambiar, es como que De La Rua y los y las inútiles del PAMI le hubieran contestado las cartas o atendido el teléfono ... cuánto lo siento doctor!
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